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Como análisis general de la obra, una de las primeras cosas a
destacar es el espacio utilizado. Parece tratarse de una nave hecha de hierro y
madera, como las usadas para las exposiciones universales del siglo XX. Es
curioso, porque en mi opinión, encaja mucho con lo que me ha transmitido la
obra. Naves de grandes y amplios espacios internos, sin gruesas columnas
divisorias, sin muros y contrafuertes, representaron el espíritu arquitectónico
de todo el siglo, la era industrial, el uso de nuevos materiales, el ser humano
doblegaba las exigencias de las leyes físicas a voluntad de la estética. En
este marco, vemos a una masa de 20 bailarines y bailarinas, arrastrar grandes
mesas, rectas, sencillas, lo que llamaríamos ahora minimalista. Crean una
cuadricula perfecta en mitad del espacio escénico. Un orden inquebrantable, sólido.
Los intérpretes vienen a romper con ese orden visual, alteran lo estático con
movimientos muy dinámicos. De repente, visualmente falta espacio. La escena se
ve saturada y llena de estímulos visuales que llaman tu atención. La sensación es
que nunca podrás ver la coreografía que realiza cada uno de los intérpretes. El
popurrí de movimiento y colores rompen las líneas creadas en el espacio y
constituyen la coreografía en si misma.
Para mí la obra viene a representar la dualidad, los opuestos.
Sin darle más vueltas al asunto ni enredarme en conceptos metafóricos y oníricos,
esta coreografía parece representar el Orden-Caos, Sonido-Silencio,
Estático-Móvil, Recto-Curvilíneo.
Las dualidades se dan continuamente gráficamente representadas.
Voy a destacar una de ellas por su aparición poco frecuente en la danza: Esta
obra no tiene música, los únicos estímulos sonoros provienen de la acción de
los y las intérpretes, su interactuación con las mesas, con el suelo y con
elles mismes.
Al comienzo pensé que las mesas podían estar suponiendo un
obstáculo, pronto me di cuenta de que estaban aumentando las posibilidades del
movimiento, al contrario de mi planteamiento inicial. Las mesas consiguen crear
tres espacios diferentes en el mismo marco. Sobre las mesas, entre las mesas y
bajo las mesas. El título de la obra, sin embargo, me ha causado algún
quebradero de cabeza. Si bien es cierto que muchas veces los títulos no son
relevantes, o quieren hacer metáforas y distracciones, no consigo olvidar lo
que dice Margarita Piñero; “los títulos de las obras deben ilustrar”. Es por
esto que siempre tenemos la inercia de pensar que el creador está dando un
mensaje más, que completa información de la obra, te prevé o te resuelve una
situación. En este caso “one flate things” vendría a significar “una cosa plana”.
¿Hace referencia a esa cuadricula que yo comentaba, a la rectitud y la
continuidad lineal del espacio? A la parte que son el orden, el silencio, ¿lo
estático y lo recto?
Hay acción-reacción de los intérpretes,
pero las mesas siguen estáticas. Inertes. Y el elevado dinamismo de la coreografía
crea una sensación de saturación, de disturbio, mientras que hay una obsesión
de mantener el orden de las mesas (en varias ocasiones los intérpretes “corrigen”
los cambios que se puedan producir en la formación de mesas con su movimiento).
Carmen Cebrián González
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